No son meteorólogos, pero casi. Un reciente estudio de la Universidad de Saint Andrews (Escocia) ha demostrado que unos monos de Uganda son capaces de utilizar sus conocimientos sobre el clima para buscar con mayor eficiencia la fruta madura que compone parte de su dieta. Tras estudiar el comportamiento de un grupo de ejemplares de manga-bey de mejilla gris, los científicos descubrieron que la observación de las condiciones meteorológicas pasadas era la principal fuente de información de los simios para conseguir su alimento. En función de la lluvia, el calor y el grado de irradadiación solar, los monos calculaban el momento adecuado para recoger la fruta madura.
Otra reciente investigación con simios del género Cercopithecus ha desvelado que éstos son capaces de combinar dos de sus gritos de alarma para crear otro nuevo con un significado completamente diferente, algo que se ha detectado por primera vez en otra especie distinta a la humana. «Los monos no aprenden nuevas llamadas, pero sí pueden combinarlas para crear una nueva, su repertorio para comunicarse puede que no esté limitado», explicó Kate Arnold, quien ha realizado la investigación junto a Klaus Zuberbühler.
Si en estas dos especies de simios se han hallado estas similitudes con el razonamiento humano, ¿qué se puede esperar de los grandes primates más próximos evolutivamente a nosotros?
La prestigiosa revista Science ha publicado recientemente una investigación realizada por Nicholas Mulcahy y Josep Cali, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en la que demuestran que varias especies de grandes simios -como el orangután y el bonobo-, son capaces de planificar sus acciones y anticipar sus necesidades futuras. No sólo guardan sus alimentos anticipándose a lo que les hará falta en un futuro, sino que se preocupan por tener las herramientas necesarias para conseguir ese alimento.
Estas capacidades no resultan tan sorprendentes si se tiene en cuenta que el orangután, el antropoide actual que se encuentra más lejano evolutivamente del ser humano, también tiene su propia cultura que transmite de generación en generación. El descubrimiento fue realizado por Carel van Schaik, director del Instituto de Antropología en la Universidad de Zurich. Tras años de estudio de una población de estos primates en la zona de los pantanos de Kluet (Sumatra), este científico comprobó que utilizaban una amplia variedad de herramientas: ramitas cuidadosamente unidas que empleaban para conseguir termitas, miel de abejas, así como nueces y frutas. En la población de orangutanes ubicada a un lado de un río todos utilizaban las herramientas que les ayudaban a conseguir alimentos, mientras que al otro lado del río -imposible de cruzar para ellos-, los orangutanes no habían desarrollado esa tecnología.
Otros simios que utilizan herramientas realizadas por ellos mismos son los chimpancés, algo que tampoco sorprende demasiado si se tiene en cuenta su proximidad evolutiva con el ser humano. Nuestros ancestros se separaron hace entre 5 y 7 millones de años aunque, según una reciente investigación, la proximidad aún podría ser mayor. Según ha demostrado el equipo dirigido por Soojin Yi, del Instituto de Tecnología de Georgia en Atlanta, el reloj molecular del material hereditario de los chimpancés es mucho más parecido al humano de lo que se pensaba. Eso supone, según su opinión, que los chimpancés están mucho más cerca de nuestra especie que de los gorilas o los orangutanes. Por esta razón propone que los parientes de la famosa mona chita deberían estar incluidos dentro del mismo género Homo que nuestra especie.
Y méritos no le faltan. Dos investigaciones realizadas por el Instituto Max Planck vuelven a sorprender. Una de ellas, dirigida por Alicia Mellis, demuestra que los chimpancés pueden desarrollar un sofisticado comportamiento cooperativo. La otra, coordinada por Félix Warneken y Michael Tomasello, ha desvelado que estos primates son capaces de mostrar un comportamiento altruista, ayudando sin esperar nada a cambio. Otros estudios extienden la existencia de avanzadas capacidades intelectuales a otras especies. Un trabajo realizado en el Instituto Médico Howard Hughes, dirigido por Ryuji Suzuki, ha confirmado matemáticamente que las ballenas tienen un lenguaje que emplea su propia sintaxis, lo cual les permite crear frases que pueden combinarse para formar canciones que duran horas. «No es un lenguaje como el de los humanos, pero se ven elementos del idioma en sus canciones», dijo Suzuki. Otros cetáceos, los delfines, se llaman unos a otros utilizando sus nombres propios, según ha demostrado una reciente investigación.
Monos y cetáceos son considerados, con razón, como los animales más inteligentes, pero no son los únicos que presentan capacidades que recuerdan a las humanas. Los ratones también tienen su corazoncito, al menos eso es lo que podría sugerir un estudio de la Universidad McGill, que ha descubierto que cuando un ratón ve sufrir a otro congénere que él conoce, siente también dolor. Según destaca el doctor Mogil, esta empatia sólo se produce si son conocidos.