Los pesticidas son productos peligrosos para el hombre y los animales. Sin embargo, su empleo aumenta con la intensificación de la agricultura que exige la protección eficaz de las plantas contra la depredación de insectos, acáridos y nemátodos parásitos.
Antes de ser autorizados, los pesticidas deben ser objeto de estudios toxicológicos. Después ponerse a la venta llevando consignas precisas para su utilización: dilución, tipos posibles de tratamiento, estado vegetativo de la planta en el momento del tratamiento, tiempo que hay que esperar después del tratamiento antes de consumirlas, etc. Todo esto con el fin de limitar los riesgos accidentales de contaminación del ambiente. La toxicidad de cada producto (medida en ratas o animales de laboratorio) es un dato importante: los accidentes por intoxicación inmediata pueden efectivamente sobrevenir en el hombre, particularmente el usuario, en el curso de la preparación y aplicación. La intoxicación puede igualmente sobrevenir en los animales domésticos o silvestres (aves de caza, peces, abejas) en caso de una mala utilización: fuertes dosis ingeridas o derramadas localmente, errores de empleo...
El riesgo más grave es una toxicidad crónica a largo plazo por acumulación de cantidades pequeñas. Este riesgo depende de otras propiedades de los pesticidas que es útil conocer antes de utilizarlos:
Poder de penetración: algunos permanecen en la superficie del vegetal (insecticidas externos), otros son llevados por la savia y se difunden en toda la planta (insecticidas sistémicos).
Permanencia: es la duración de la persistencia a nivel del suelo o de la planta, de la molécula o de los derivados activos.
Solubilidad: es la facilidad con la que el producto será acarreado por las aguas de riego que contamina.
Los pesticidas, incluso los poco tóxicos, son por lo tanto peligrosos a largo plazo si son persistentes y no degradables, pues se van acumulando de año en año a nivel de suelo, donde perturban la microfauna, y a nivel de las aguas, por el drenaje de las zonas agrícolas y la aspersión excesiva sobre zonas encharcadas (campañas contra los mosquitos). En el mundo animal, a nivel del individuo, los pesticidas insolubles que no son eliminados por la orina, pueden fijarse en la grasa, el hígado, el sistema nervioso (se atribuye a los pesticidas algunas bajas en la fertilidad de las aves que anidan en los campos: perdiz, faisán). A nivel del conjunto de nuestro medio ambiente, los pesticidas en concentraciones sucesivas a lo largo de las cadenas alimenticias (por ejemplo: forraje-vaca-leche-hombre) son también muy peligrosas.