En la mayoría de los casos, las diferencias de organización entre las formas larvarias y las adultas son considerables. Se pueden citar algunos casos, por ejemplo:
• Entre los equinodermos (erizos de mar, estrellas de mar), la forma larvaria ciliada está adaptada a la natación y presenta una simetría bilateral. El adulto vive en el fondo y posee una simetría completamente distinta, de tipo radial con un punto central.
• Entre los gusanos parásitos como la duela del hígado, se da un ciclo complejo que comprende varias formas larvarias. Del huevo sale una larva ciliada nadadora, que penetra en un pequeño molusco de agua dulce, la limnea, donde se transforma en una especie de bolsa llamada esporociste. De éste emergen células que originan una nueva forma larvaria, las redias, alargadas, que penetran al hígado de la limnea. A continuación, surgen unas células de las redias y se transforman en cercarías, larvas nadadoras provistas de una cola, que abandonan la limnea y van a enquistarse fijándose en plantas acuáticas. Sí un cordero come esas plantas contaminadas, el desarrollo termina con una duela adulta en los conductos biliares del animal.
• Entre los insectos, los ejemplos de formas diferentes son numerosos: la larva de la mosca verde es carnívora, se convierte en una pupa inerte y, más tarde, en un adulto alado cuyas piezas bucales son de tipo chupador. La oruga de la mariposa, que devora las hojas gracias a sus maxilares, se transforma en crisálida y después en adulto alado que absorbe el néctar de las flores gracias a una trompa chupadora.
• Finalmente, en los vertebrados, el renacuajo de la rana, adaptado a la vida acuática, de respiración branquial, sin patas y que nada gracias a los movimientos de su cola, se convierte progresivamente en adulto adaptado a la vida de superficie, sin cola, con cuatro miembros y aparato respiratorio.
En algunos casos, las diferencias son menos espectaculares. Así, entre los insectos, los chapulines tienen formas larvarias de aspecto muy parecido al del adulto.