Hacia finales del verano, la hembra de la araña pone los huevos encerrándolos en un capullo de seda construido por ella misma. El capullo es colocado luego en un lugar resguardado (en las grietas de los muros, en los troncos de los árboles, debajo de alguna piedra, etcétera), porque los huevos se abrirán sólo al llegar la primavera siguiente. En atrás especies, las crías son atendidas por la madre, que, inclusive, las vuelve a llevar a cuestas.
Cuando nazcan las pequeñas arañas, la madre ya habrá muerto. En efecto, la vida de estos animalitos tiene como máximo un año de duración.
A sólo pocos días de su nacimiento, las arañitas ya están en condiciones de tejer una telaraña perfecta y procurarse el alimento por sus propios medios.