Un ser mimético trata de parecerse a otro ser viviente o al sustrato mineral; para un observador casual trata de hacerse pasar por lo que no es. El objeto general del mimetismo es hacer pasar desapercibido al individuo lo que le da una oportunidad suplementaria para escapar de sus enemigos. Una aplicación diferente del mimetismo es, por el contrario, la que hace el depredador "disfrazándose" para engañar mejor a sus presas; finalmente, existe otro tipo de mimetismo destinado a atraer sin fines de depredación (en las orquídeas como las Ophrys, las corolas tienen la forma de tal o cual insecto fecundante). El mimetismo puede aplicarse al movimiento: así, la inofensiva culebra toma la postura de una víbora lista para atacar, cuando está inquieta.
El mimetismo puede concernir a la forma: el fasmo es un insecto que parece una ramita ("bastón del diablo"), mientras que algunos saltamontes y mariposas imitan a las hojas. El mimetismo puede utilizar el color y el dibujo: es la especialidad de los camaleones, quienes adaptan los tonos y motivos de su piel al aspecto del medio donde se encuentran; esta rápida adaptación (de algunos minutos u horas) se lleva a cabo gracias a retracciones y dilataciones coordinadas de las células pigmentarias de la dermis. Estos cambios son dirigidos por el cerebro bajo control visual (el camaleón verifica por medio del ojo si está ae acuerdo con el medio). Este género de mimetismo puede ser fijo, o lentamente variable: los roedores que habitan en las arenas desérticas, por ejemplo, son siempre color arena, incluso en un oasis verde... la liebre de los Alpes es leonada en el verano y blanca como la nieve en invierno: estos cambios de tono se hacen por mudas dirigidas hormonalmente; una en primavera y otra en otoño.
El mimetismo puede ser sonoro: algunos insectos nocturnos emiten ultrasonidos de "interferencia", que inducen al errora los murciélagos cazadores; se puede decir que la mariposa autora de esta asombrosa exhibición, ¡se disfraza de eco! El mimetismo puede tener que ver con los olores: algunos artrópodos (insectos, ciempiés, etc.) comensales de hormigueros y termiteros, viven en el seno de estas peligrosas fortalezas, emitiendo el olor de las hormigas o las termitas, lo que les permite ser aceptados por sus anfitriones temiblemente armados y agresivos.