El canibalismo no es una práctica común entre los animales, pues la muerte "gratuita" de un congénere no existe y los combates territoriales o jerárquicos raramente son mortales: el más débil se somete o huye ante el hecho fatal y no es acabado ni perseguido. Siempre existen formas de canibalismo por "oportunismo": los peces carnívoros (trucha, lucio, bagre) comen sin distinción pequeños peces tanto de su propia especie, como de otras. Igual sucede entre algunos batracios (salamandra) con las larvas de su especie.
El canibalismo igualmente se observa en algunos mamíferos carnívoros que viven aislados (oso, gato montes) para quienes las crias de una hembra de la misma especie, si la madre no está para defenderlas, son presa fácil; pero este comportamiento es poco frecuente ya que las reglas territoriales se oponen a este tipo de incursiones.
El canibalismo de los adultos que eliminan su prole en numerosas especies frecuentemente va precedido de perturbaciones del medio; las carencias alimenticias graves y la sobrepoblación (que acarrea tensiones violentas), llevan a la madre a matar a sus crías al nacer. Este fenómeno es común en los roedores; incluso los insectos sociales destruyen sus larvas y los peces (gupis) se comen sus huevos. Se trata de una especie de regulación de la población frente a las presiones del medio. Las truchas, conejas, ratas y conejillos de indias pueden matar a sus pequeños cuando las condiciones de crianza son perturbadoras: alta densidad de población, tensión por cambios bruscos de habitat, etc. Estas perturbaciones también se dan entre adultos; las aves se inflingen a sí mismas o entre sí graves picotazos; los puercos se agreden mordiéndose unos a otros. El canibalismo, resultado de un comportamiento agresivo natural, pero extremo, sigue siendo raro en el mundo animal. Es igualmente raro en el hombre en el que, sin embargo, puede tomar formas variadas. Numerosos antropólogos y sicólogos quieren ver en el comportamiento agresivo del hombre una actividad excepcional, engendrada por circunstancias anormales, neurosis, o desadaptación del individuo a su medio social. Pero el canibalismo, como los sacrificios humanos y sus sustitutos en los rituales religiosos, la caza de cabelleras o de cabezas, las mutilaciones y las prácticas necrofílicas existen universalmente y no solamente en la historia antigua. Hay que ver sin duda en este tipo de manifestaciones la expresión de un comportamiento agresivo fundamental, que las civilizaciones humanas han ritualizado o desechado.