El término doméstico viene del latín domus, casa; los animales domésticos son, entonces, los que viven en o cerca de la casa; comprenden a la vez animales de crianza (bovinos, ovinos, porcinos, aves de corral, y animales de compañía (perro, gato). Esta domesticación fue primero un sistema de aprovisionamiento
recíproco: los perros fueron atraídos por las sobras de la caza humana y por la caza misma; el hombre sacó provecho de sus cualidades instintivas de cazador y de ataque de las bandas de perros salvajes. Progresivamente dos especies vinieron a vivir más y más estrechamente ligadas, para beneficio mutuo. En consecuencia, el número de especies domésticas aumenta, y es por tres grandes razones:
- el hombre buscaba animales "productores" primero que nada de carne, piel y huesos, después de leche (mamíferos) y huevos (aves de corral);
- se interesó igualmente en la fuerza de trabajo de los animales: montar a caballo, tracción de vehículos e instrumentos agrarios;
- finalmente, y cada vez más en los países industrializados, el hombre se rodea de animales de "compañía": perros y gatos sobre todo, pero también de diversas especies que a menudo están poco habituadas a vivir en las casas.