Casos de simbiosis animal

SIMBIOSIS ENTRE ANIMALES

También entre los animales existen las "sociedades de socorros mutuos". Los hipopótamos constituyen un curioso ejemplo de este hecho: en efecto, un pajarillo insectívoro vive sobre las espaldas del hipopótamo, alimentándose de los parásitos que infestan la piel del animal, y, a cambio de esta concesión, desarrolla el avecilla un auténtico servicio de centinela alado, avisando a la bestia, con sus vuelos y gritos de alarma, cuando se acerca algún peligro. Esta forma de ayuda recíproca entre los animales es llamada "simbiosis", palabra que significa "vivir juntos"; es decir, convivencia con provecho mutuo. Observemos otros ejemplos muy curiosos.


UN "SERVIDOR" DEL COCODRILO

He aquí un caso de simbiosis en el que la "confianza" llega al extremo y requiere que uno de los "socios" tenga una considerable dosis de.. . desprecio por el peligro. En efecto, ¿qué otro animal osaría aventurarse en la boca de un cocodrilo con la esperanza de salir vivo de ella? Al chorlito egipcio (Pluvialis aegyptius) le es concedido este privilegio; y así puede alimentarse de los sobrantes de comida que quedan en la boca del cocodrilo y, a cam­bio, liberarlo también de los parásitos (san­guijuelas) que le infestan las encías.


UN CASO DE CONVIVENCIA

En islas del norte de Nueva Zelanda vive un extraño reptil, el tuatara (Sphenodon punctatus), único representante viviente del orden de los rincocéfalos. Sobre las mismas islas, poco mayores que escollos, viven también innu­merables aves marinas del grupo de los pe­treles de un género llamado Puffinus. Como hay poco espacio, los dos animales, aunque son muy diferentes, han aprendido a hacer vida en común. El tuatara excava la cueva y el petrel toma a su cargo la construcción del nido. El tuatara, que es un formidable devorador de insectos, se encarga de mantenerlo limpio. Se puede así asistir al singular espectáculo simbiótico de un reptil y de un ave que comparten como bue­nos amigos el mismo refugio.


SIMBIOSIS ENTRE LOS INSECTOS

Tampoco en el mundo de los insectos faltan casos de simbiosis. Ciertas hormigas tienen la costumbre de "criar" a determinadas especies de áfidos (pulgones) para extraerles una sustancia dulzo­na. Observemos ahora a este coleóptero ameri­cano de larguísimas antenas, llamado arlequín (Acrocinus longimanus) por el color de sus élitros. En su dorso vemos unos granitos mi­núsculos: son larvas de parásitos que viven en su cuerpo, pero también vemos, caminando por su amplio abdomen, otros animalitos no tan pequeños y armados con fuertes tenazas: son pseudoescorpiones, limpiadores de parásitos.


SIMBIOSIS ENTRE ANIMALES MARINOS

Es quizás en el ambiente de los animales marinos donde se ven los casos más interesantes de simbio­sis. Tomemos como ejemplo al cangrejo ermitaño de las islas Seychelles que avanza llevando en sus tenazas dos actinios de tentáculos fuertemente urticantes. Agitán­dolas ante él, mantiene alejados a los eventuales agresores. En compensación, las dos "plantitas" son lle­vadas de paseo y pueden encontrar con más facilidad los microorganismos de que se alimentan.
También la fisalia (Physalia pelagica) lla­mada carabela portugue­sa (que es una colonia de hidrozoarios) tiene lar­gos y delgados tentáculos cubiertos por células ur­ticantes; con ellos parali­za a los pececillos que se ponen a su alcance y los devora. Pero hay un pe­queño pez, llamado "pez cebador", o pastorcillo, que no recibe ningún da­ño al entrar en contacto con tales tentáculos mor­tíferos; por eso, cuando quiere escapar de cual­quier enemigo, se pone a salvo allí abajo, seguro de que ninguno se atreverá a seguirlo hasta dentro de su singular re­fugio; y si alguno lo si­gue, peor para él, pues será comido por la fisa­lia y su compañero, el "pez cebador". Estos cu­riosos amigos viven en las zonas cálidas de los océanos.