Claro es que, entre el pájaro y el murciélago, la estructura del aparato volador difiere, no obstante ser el brazo lo que forma el ala, tanto en uno como en otro. Pues mientras en el ave el armazón del ala está formado por el brazo y el antebrazo, y la porción laminar, por las plumas, en el murciélago, son, además, los dedos de la mano los que se prolongan y determinan el fino varillaje que sostiene la delgadísima y sensible membrana que se une a las extremidades posteriores. Esa membrana se denomina patagio; otra, la que se extiende entre las extremidades posteriores, a ambos lados de la cola, con la que se une (membrana caudal), se llama uropatagio, y en la parte superior, entre el hombro y la mano, se extiende otro reborde, el propatagio, cuya superficie se amplia en las aves, por medio de las plumas, y le asegura la sustentación en el aire.
Tales membranas, necesariamente deben permanecer flexibles y elásticas, para poder plegarse y extenderse con facilidad. Para ello, son prolijamente untadas con una sustancia grasosa secretada por unas glándulas situadas entre los ojos y las fosas nasales del murciélago, qué las mantienen en oprimas condiciones.
Los quirópteros beben líquido con frecuencia, porque tienen, a su vez, una gran superficie de evaporación: las membranas de las alas. Por tal causa, prefieren como lugares de descanso los sitios sombríos, de ambiente húmedo, como son las grutas, los huecos de los árboles, las construcciones en ruinas y las arboledas espesas. Además, realizan sus vuelos en el crepúsculo o la noche, cuando el sereno satura la atmósfera de humedad ofreciéndoles un ambiente ideal.