Las extrañas asociaciones del cangrejo ermitaño

Ejemplos de simbiosis
   En la concha del cangrejo ermitaño no es extraño que se incrus­ten algas, esponjas, bellotas de mar e hidroideos. Estos están organizados como una colo­nia, en la que todos trabajan para el bien común. Tales animalitos ayudan al cangrejo ermitaño dando a su concha un color similar a cuanto le rodea, y al mismo tiempo tienen la compensación de viajar encima de aquél, lo que acrecienta sus posibilidades de nu­trición. Ciertas anémonas marinas se asocian regularmente con los cangrejos ermitaños en íntimo consorcio. Los grandes ejemplares de P. bernhardus llevan a veces en su concha varias anémonas de ermitaño (Calliactis parasítica). Cuando el ermitaño se alimenta, la anémona barre el fondo con sus tentáculos para recoger los fragmentos dejados por el crustáceo y, a la inversa, éste se beneficia a veces de-pedazos de comida apresados por aquélla. Otro, el ermi­taño de hondura (P. prideauxi), de color rojizo claro y 5 cm de longitud, lleva con regularidad sobre su concha la anémona comensal (Adamsia palliata) que, a diferencia de Calliactis, sólo es posible encontrar encima de las conchas de los cangrejos ermitaños. El disco basal de la anémona se adhiere firmemente a la concha del cangrejo, cubriéndola enteramente. Las anémonas están provistas de nematocistos o cé­lulas urticantes, y el cangrejo ermitaño se be­neficia de la protección que éstos le brindan al desalentar los ataques, por ejemplo, de pulpos y calamares. P. prideauxi es inmune a los efec­tos de las células urticantes de la anémona, que pueden ser fatales paja otras especies de ermitaño. Paguropsis typica lleva la cosa aún más lejos que P. prideauxi, puesto que lleva a Anemonia mammilifera sin valerse siquiera de concha. Otra especie de cangrejo ermitaño, Parapagurus pilosimanus, posee grandes ojos, a pe­sar de que vive a profundidades donde no llega la luz; se ha sugerido que al desplazarse evita los obstáculos aprovechándose de la fosforescencia de la anémona que lo recubre.