El celacanto, un pez prehistórico que todavía vive hoy

   Millones de años antes que los gigantescos dinosaurios dominaran la tierra, no existían animales ver­tebrados. La vida estaba en el mar y los peces se desarrollaban a par­tir de criaturas inferiores. Un paso en esta evolución de los animales ha preocupado a los científicos desde hace mucho tiempo. Éste es el misterio de cómo criaturas del mar salieron, en algún momento, a vivir en la tierra. ¿Cuál de los peces es el padre de los seres terres­tres? ¿Qué clase de criatura se aventuró, desde esos antiguos mares, hace millones de años, a vagabundear entre los helechos gigantes y las plantas primitivas?
   Muchos creen que el celacanto está en «el origen de los seres terres­tres». Cientos de fósiles de este pez prehistórico se exponen en los museos. Quizá lo más interesante es que poseía extraños muñones que conectaban sus aletas al cuerpo. Los científicos encuentran estos pequeños muñones semejantes al comienzo de piernas... Con estas aletas, el celacanto no sólo podía nadar sino también caminar por el fondo del océano y vadear por la costa. Cuando los científicos hablan del celacanto, lo hacen en tiempo pasado. Todas las evi­dencias indican que esta historia terminó hace millones de años. Los tigres de dientes de sable han desaparecido. Los mamuts han desa­parecido. Los dinosaurios han desaparecido... Los celacantos, de acuerdo con las señales en las rocas, han vivido 200 millones de años antes que los dinosaurios... Empezaron su declinación al menos hace 100 millones de años. El último fósil encontrado de ellos se cree que tiene 70 millones de años. No hay duda que los científicos hablan del celacanto como algo del pasado. Cualquier criatura que ha desaparecido durante 70 millones de años, puede considerarse verdadera­mente extinguida.
   En diciembre de 1938, el capitán y la tripulación de un barco pes­quero que se hallaba frente a la costa sudeste de África, vieron un pez increíble 250 pies bajo la superficie del Océano Indico. Nadaba, pero también caminaba por el fondo del océano. La tripulación del barco lo pescó con una red y lo subió a cubierta. Nunca habían visto antes nada igual. De un color azul acerado, el monstruoso pez tenía grandes escamas, pesaba 125 libras y medía 5 pies de largo. Los miembros de la tripulación pronto descubrieron que el pez estaba vivo todavía. Si le ponían una mano cerca de sus mandíbulas abiertas, in­tentaba agarrarlos con aquellos dientes afilados. Vivió cuatro horas más.
   El capitán lo llevó a la encargada del museo local, quien, no pudiendo identificarlo, llamó al Prof. J. L. B. Smith, experto del Museo de Albany, 2 5 millas al oeste de Grahamstown, África del Sur. Cuan­do el profesor Smith vio el pez, quedó aturdido. Sintió como si hubiera entrado en una cápsula del tiempo y hubiera sido arrastrado a través de la historia de la tierra, 10 millones, 20 millones, 70 mi­llones de años hacia atrás. Delante suyo se hallaban los restos de un verdadero celacanto. Sólo pocos días antes había estado vivo... Entre los científicos del mundo la noticia causó sensación. Esto puso en movimiento una de las más apasionantes búsquedas en el mundo de la historia natural. El profesor Smith estaba resuelto a encontrar otro celacanto, uno que estuviera entero, de modo que los especialistas pudieran estudiar sus órganos y su estructura, parte por parte. ¡Los hechos que este espécimen podía revelar! El profe­sor Smith dedujo cómo podía haber sobrevivido el pez desde la pre­historia, y dónde podría encontrárselo. Debido a su lentitud, el celacanto debe vivir en aguas profundas. Aguas profundas, ásperas salientes rocosas, lugares donde fuertes corrientes arrastraran los pe­ces que le servían de alimento hasta sus amenazadoras mandíbulas. Este no era el tipo de lugar a donde podía llegarse con una red y no era el tipo de habitat donde el barco pesquero había encontrado el extraño pez. El profesor Smith preparó una circular con un dibujo del pez, ofreciendo 100 libras esterlinas de recompensa al que encon­trara a la evasiva criatura y con una advertencia: Si tiene usted la buena fortuna de atrapar o encontrar alguno, no lo corte o limpie de ninguna manera, sino que debe llevarlo entero, de inmediato, a un lugar fresco donde poder guardarlo. Se distribuyeron miles de estas circulares. Catorce años más tarde, un pescador, Ahmed Hussein, que estaba a 200 yardas de la costa, cerca de las islas Comoro, en el Océano Indico, sacó un pez fantasmagórico y monstruoso. Mien­tras trataba de venderlo en el mercado, un amigo le enseñó la amari­llenta circular ofreciendo una recompensa. Se notificó al profesor Smith, que llegó en un avión especial facilitado por el gobierno. El desenvolvió el pescado y lo miró fijamente. Más tarde, rememorando sus emociones dijo: «No me avergüenzo de decir que lloré. Era un celacanto.» El extraño pez que llevó la vida animal a la tierra había sido encontrado. En el mundo de la ciencia, el celacanto ha sido considerado como el descubrimiento biológico más grande del siglo XX.