Las algas no poseen raíces porque no las necesitan: obtienen su alimento del agua, no del suelo como el resto de plantas. Las algas se adhieren a las rocas con una especie de discos, y así es como evitan que las arrastren las mareas y las olas. Muchos cangrejos y otros invertebrados, como lapas y estrellas de mar, se alimentan de ellas.