El vuelo a ciegas de los murciélagos

Universo animal | murciélagos | mamíferos |  Todos los seres nocturnos tienen grandes ojos, con pupilas extraordinariamente dilatables, capaces de captar el menor rayo de luz. Los murciélagos (salvo algunos zorros voladores) constituyen la excepción, y poseen ojos muy pequeños, de visión débil, con el agravante de que su desplazamiento se realiza habitualmente en plena oscuridad.
   Ya en el siglo XVIII, el sabio naturalista italiano Lázaro Spalianzani había reparado en esta anomalía, e investigado cómo el murciélago soslayaba obstáculos y cazaba sus presas, aun volando a ciegas.
Posteriores investigaciones demostraron que el mur­ciélago emite sonidos ultrasónicos orientadores de sus movimientos (de 50.000 a 100.000 vibraciones por segundo), que el oído humano no registra, puesto que es sensible sólo hasta las 20.000 vibraciones por segundo, pero que el animal percibe perfectamente.
   Los sonidos que produce el murciélago mientras vuela, generan ecos útiles que le sirven para informar­lo de todo tipo de obstáculos que se encuentran dentro de cierta distancia. Debe aclararse que emite diferen­tes clases de sonidos, variables en frecuencia y lon­gitud de onda, y que con la guía de sus reflejos sortea obstáculos (tales como alambres) y caza insectos.
   Suele decirse, por cierto impropiamente, que los murciélagos poseen sistemas de radar (ondas electromagnéticas), cuando lo correcto sería decir de sonar (ondas sonoras) que lo orientan en plena obscuridad. La recepción de tales ondas, parece que se realiza sobre todo mediante los curiosos órganos nasales y el oído. El órgano en forma de herradura, como el que lleva en su nariz el murciélago de ese nombre, desempeña según lo demostrado por F. P. Moehres, zoólogo alemán, el papel de un "reflector acústico", con el cual explora, mientras vuela, el ámbito circundante.