Los bosques carnívoros


   Todavía medran en los mares cáli­dos y profundos, arboledas pertenecientes a los bosques comedores de carne de hace 150 millones de años.
   Estos están constituidos por las plantas-animales —árboles de rapiña con sangre roja y corazones—, los crinóideos. Hay alrededor de 700 especies vivientes y unas mil desaparecidas. Durante cien millones de años ellas fueron formas de vida predominantes en el océano. Los crinóideos fósiles, o «lirios de piedra», formaron los grandes lechos de mármol tanto de Europa como de América. En 1934, la expe­dición Smithsonian Johnson rastreó 19 especies, incluyendo dos des­conocidas por la ciencia hasta ese momento, del fondo del mar frente a Puerto Rico.
   Los crinóideos son animales altamente desarrollados aunque semejan plantas. Pueden ser considerados, sin lugar a dudas, como una forma de vida que se encuentra en la línea divisoria entre el mundo animal y el vegetal. Pero más bien son animales que han tomado la apariencia exterior de plantas. Estos animales sólo se aclimatan en determinados lugares —tanto es así que existen muy pocos sitios en el mundo en donde pueden sobrevivir en grandes cantidades. Cuando están vivos, son generalmente de colores brillantes. A juz­gar por los que se encuentran en las profundidades de los mares hoy, los antiguos bosques de plantas carnívoras deben haber ofrecido un espectáculo lleno de colorido con «flores» rojas, verdes, púrpura y amarillas.
   La mayoría de ellos viven en aguas profundas. Hay variedades que se desplazan libremente y otras que están fijas en el fondo con tallos como plantas. Hasta hace pocos años, muy pocas eran rescatadas en buenas condiciones, debido a la tendencia que tienen estas plantas-animales de deshacerse en pedazos cuando se las agita. Cuando es trasladado desde el fondo del mar hasta la cubierta de un barco, el crinóideo procederá a arrancarse los brazos en forma de plumas que constituyen las flores. Ésta es su reacción natural de defensa en las profundidades, su modo de escapar cuando un pez agarra uno de sus brazos es desprenderse de él, ya que más adelante podrá generar otro con toda facilidad.
   En realidad, éste es el procedimiento por el cual se desarrolla el cri­nóideo —uno de los procesos de crecimiento que implica más desper­dicio en la naturaleza—. Cuando se desprende de un brazo, en su lugar crecen dos, pero no puede aumentar el número de sus brazos sin desprenderse de uno viejo.
   Otro problema es que los colores brillantes de las flores carnívoras son fuertes sólo en el agua salada. Se atenúan rápidamente en el aire, el agua fresca o el alcohol, por lo cual sólo puede tenerse una pálida visión de la coloración verdadera.