El hombre es un mamífero, lo mismo que el caballo, el perro, la rata, la ballena o el murciélago. Son mamíferos, en efecto, todos los animales cuyas hembras poseen glándulas que segregan leche, con la que alimentan a sus hijos. Igual que las aves, los mamíferos son vertebrados que respiran por medio de pulmones, que tienen el corazón dividido en cuatro cavidades y cuya sangre es de temperatura normalmente constante; pero, a diferencia de aquellas, jamás poseen plumas, sino pelo, y en el interior de su cuerpo hay un diafragma muscular que lo divide en dos cavidades. Además, casi todos los mamíferos son vivíparos, es decir, que paren sus hijos; solo unas pocas especies ponen huevos, como lo hacen las aves y la mayoría de los reptiles.
La mayor parte de los mamíferos tienen órganos adaptados para andar o correr por el suelo; muchos, como el topo y el tucotuco, los tienen para cavar y meterse debajo de la tierra, y otros, como la ballena o el manatí, están conformados especialmente para la natación. De los que son terrestres hay muchos que pueden trepar a los arboles, como los monos, y las ardillas voladoras están capacitadas para salvar planeando grandes espacios entre rama y rama, pero únicamente los murciélagos vuelan como las aves.