Antiguos grabados muestran cómo los seres vivos nacen de la materia muerta, por ejemplo, insectos de un cadáver o cómo peces y pájaros salen de hojas que caen de los arboles. Pero la ciencia ha necesitado milenios para construir la moderna teoría de la aparición y evolución de los seres vivos.
Poco a poco han sido refutadas y se han derrumbado las concepciones falsas. A finales del siglo XIX las teorías de Darwin sobre la evolución empezaron a abrirse camino. Un combativo apóstol de estas ideas fue el alemán Ernest Haeckel, que construyó el árbol de la evolución.
Los datos acerca de cómo se formó la vida en épocas pasadas nos los proporcionan los fósiles, las huellas y los restos de plantas y animales que se han conservado incrustados en piedra, turba, hielo, asfalto, etc. Los grabados encontrados son ejemplos de tales hallazgos: los hallazgos de fósiles.
Se ha encontrado un insecto casi intacto en un trozo de ámbar. El ámbar era, en tiempos prehistóricos, una resina vegetal, en la que el insecto quedó apresado. En lugares arenosos se han conservado pedazos de madera y troncos de árboles enteros.
Los huevos de un saurio quedaron enterrados en un agujero. Con el tiempo, éstos se petrificaron y se han conservado exactamente como los puso el reptil. Las vertebras de otro saurio, conservadas en los sedimentos, fueron limpiadas a cincel por paleontólogos.
Una ardilla apresada hoy en un hoyo de asfalto natural en California es un futuro fósil. Lo mismo que muchos animales que perecieron de manera parecida, la ardilla será testimonio de la fauna de un tiempo pasado.