Los prosimios



   LA verdadera patria de los prosimios o lémures (los lémures en la mito­logía romana eran los fantasmas de los muertos, que deambulaban en la noche) es la isla de Madagascar, en la cual vive una fauna rica en especies des­aparecidas en los demás continentes hace millones de años. Este hecho podría ha­cer pensar que esta gran isla se ha con­vertido en el último refugio de animales indefensos, cazados en todas partes, tal como ha sucedido en Australia, donde es­tán reunidos todos los marsupiales.
   Pero en la isla africana la situación es diferente. En la lejana era primaria el territorio que se convertiría después en la actual isla estaba en el centro de un único continente que agrupaba a Améri­ca del Sur, África, la India, la Antárti­da y Australia. Los antiguos prosimios se difundieron desde aquel territorio cen­tral hacia todas partes, a la conquista de la Tierra. Después de haber invadido el mundo, estos ejemplares arcaicos fueron diezmados poco a poco por sus rivales di­rectos, los simios. Pero entretanto, pro­fundas alteraciones terrestres dividían el antiguo continente, y de África se sepa­raba un trozo de tierra que alojaba toda­vía numero­sas especies de prosimios. Aislados en la inmensa "nave" te­rrestre y protegidos así del ataque de sus enemigos, los pro­simios pudie­ron seguir reproducién­dose.



CASI SIMIOS
Los prosimios tienen mucha semejanza con los si­mios, pero al mismo tiempo presentan caracteres dife­rentes. Por tanto, se clasifican en un orden vecino al de los primates. Veamos cuáles son sus característi­cas y en qué se diferencian de los simios.
   En un cráneo de simio las órbitas están del todo cerradas; en el de un prosimio, en cambio, las órbi­tas comunican con la región de la sien a través de una abertura. Los dientes incisivos superiores presentan un espacio vacío entre un par y el otro (diastema). Los dedos de las manos o de los pies son semejantes a los de los simios, por su capacidad de aferrar objetos; pero pre­sentan yemas anchas y blan­das; las uñas, como las de los simios, son en general chatas, a excepción de la del segundo dedo del pie, que tiene el as­pecto de una garra.
   La característica más nota­ble de un prosimio es el gran tamaño de los ojos, muy a menudo luminiscentes, seme­jantes a los de una lechuza. Este detalle conviene a los animales nocturnos; y los prosimios, en efecto, son ani­males activos solamente de noche. De día duermen en los árboles de las partes más es­pesas de la selva; se despier­tan al atardecer para dispo­nerse a la búsqueda de insec­tos y de sustancias vegetales, de las que se alimentan.
   Los prosimios son general­mente de regular tamaño, más bien pequeños; su cuerpo es delgado y ágil, y los miem­bros, largos; la cola, unas ve­ces muy larga, y otras, falta.