El castor excavador

El Castor de montaña vive en un complicado sistema de galerías

   El castor de montaña es un animal excavador que habita en las regiones húmedas o a lo lar­go de corrientes de agua. Es un animal esqui­vo y tímido, que jamás se aventura lejos de su madriguera, y cuya actividad se desarrolla especialmente por la noche. Las galerias, próximas a la superficie, miden de 10 a 25 cm de diámetro y hasta 275 m de longitud; están dotadas de muchas aberturas que conducen a cámaras destinadas, unas al almacena­miento de provisiones y otras al descanso del roedor. Estos túneles están a veces tapados con tierra. El animal los limpia y repara con regularidad y, de sobrevenir una inundación a causa de la lluvia, no vacila en recorrerlos a nado. Los castores de montaña no son gre­garios; aunque en ocasiones pueden encon­trarse varias galerías que se entrecruzan, ello obedece al hecho de que el terreno es parti­cularmente idóneo para la excavación, y la abundancia de comida justifica la presencia de varios individuos. Cada animal marca con orina su propio territorio, lo cual no es óbice para que se registre con frecuencia la intrusión de otros animalitos, tales como ardillas y co­nejos, que buscan refugio en tal área.
   Los castores de montaña cortan la hierba, que es puesta a secar antes de proceder a su traslado y almacenamiento en las cámaras apropiadas de las galerías. Aún no se sabe con certeza si dicho material lo utilizan luego en la confección del lecho o como comida. Aun­que almacenan otras clases de alimento no hi­bernan, y durante el invierno excavan sus túneles por debajo de la nieve.
   Si se les inquieta, los castores de montaña emiten unos gritos estridentes acompañados de un ruido discordante producido por la fric­ción de sus incisivos entre sí.