Matas, zarzas, terrenos pedregosos y bosques, son los lugares preferidos por la víbora. Durante horas y horas, durante el día, se está tan tranquila gozando de los rayos del sol sin tener la menor intención de hacer mal a nadie. Más bien, al acercarse el hombre, la víbora huye velozmente y se esconde entre las matas o entre las piedras. Pero si alguien la molesta o inadvertidamente tropieza con ella, lanza su cabeza contra el enemigo y muerde furiosamente. De noche, se dedica a sus "batidas de caza'. Sus presas favoritas son ratones, topos, pequeños pajarillos y lagartijas. Generalmente la víbora clava sus colmillos en sus víctimas en cuanto se le colocan a tiro; espera a que su veneno surta efecto y en seguida las traga sin masticarlas. Los dientes son de presa: no pueden cortar ni masticar los alimentos. No es raro el caso de que una víbora clave sus colmillos en animales que, por su tamaño, no puede tragar inmediatamente. Así y todo encuentra la manera de arreglárselas: deja sobresalir de su boca una parte del cuerpo de la víctima y la devora sólo después de haber digerido la parte ingerida.