Observemos este hecho: la primera forma de vida celular apareció en la Tierra hace alrededor de 1.700 millones de años (se trataba de pequeñísimas algas llamadas "Corycium oenigmáticum"). Desde entonces la vida animal se fue gradual y lentamente desarrollando sobre la Tierra, sin saltos ni incrementos bruscos, en ordenada progresión. Luego, de improviso, hace unos 150 millones de años, he aquí la cosa extraña, he aquí la sorpresa, lo cosa fuera de lo normal; aparecieron los animales de formas y dimensiones enormes, monstruosas, desproporcionadas, fuera de toda regla. Y con esa misma rapidez, después de cien millones de años, desaparecieron.
No puede menas que preguntarse: ¿por qué ocurrió todo esto? ¿Por qué, en el curso de la evolución regular de los animales, se produjo este momento, este período excepcional, extraordinario?
La respuesta es actualmente uno de los grandes misterios de la Tierra: por lo que sabemos, los reptiles no sirvieron para ningún fin útil.
Una explicación, muy limitada, puede ser la siguiente: los períodos jurásico y cretáceo en que aparecieron y se desarrollaron los grandes reptiles, fueron épocas tranquilas, con un clima caluroso, notable abundancia de vegetación (en su mayor parte los reptiles eran herbívoros) y de agua. Estos factores podrían haber permitido el pacífico desarrollo de los colosales animales; pero, repetimos, ésta es, por ahora, tan sólo una hipótesis.