El más grande de estos animales fue el pteranodón, que medía ocho metros, de extremo a extremo de sus alas abiertas. Las alas de este verdadero avión viviente estaban constituidas por unos pliegues de la piel, sostenidas por el cuarto dedo de la pata anterior, enormemente desarrollado, y unidas a las patas posteriores. Volando debía semejar una especie de horrendo, monstruoso murciélago, que revoloteaba como una sombra siniestra sobre las misiones oceánicas en busca de alimento.
Los reptiles voladores
El más grande de estos animales fue el pteranodón, que medía ocho metros, de extremo a extremo de sus alas abiertas. Las alas de este verdadero avión viviente estaban constituidas por unos pliegues de la piel, sostenidas por el cuarto dedo de la pata anterior, enormemente desarrollado, y unidas a las patas posteriores. Volando debía semejar una especie de horrendo, monstruoso murciélago, que revoloteaba como una sombra siniestra sobre las misiones oceánicas en busca de alimento.