¿Los loros hablan de verdad?

   El lenguaje humano es una señal ultracompleja y abstracta; es modulable y se puede escribir en una serie de caracteres, mientras que las voces de animales son señales que se compren­den en conjunto, sin abstracción ni articulación; a los sonidos ululantes y gruñidos que emite nuestra laringe, agregamos una articulación bucal, un parloteo sonoro codificado y constante, que comunica una multitud de significados. Por lo tanto, basándonos en este sentido del lenguaje, podemos afirmar que los loros no hablan; son animales dotados de un con­siderable poder de imitación, pueden repetir indefinidamente los sonidos que escuchan. El clásico "cotorrito" que el loro puede gritar durante horas, es resultado de un adiestramiento. En general el animal "habla" cuando está solo, para llamar a su amo, o como res­puesta de su propia voz. Puede igualmente imitar ruidos de la casa, como el sonido del teléfono.
   De hecho, las aves no tienen laringe para emitir su voz, como los vertebrados, pero tienen una siringe colocada entre la unión de los bronquios y la tráquea, provista de músculos precisos y po­derosos, de inervación delicada, así es como las aves son capa­ces de emitir varios sonidos al mismo tiempo. Las aves imitadoras frecuentemente viven en bandas (loros, cuervos, estorninos) pero no siempre (arrendajos). Las aves parlantes tienen la facultad cerebral (por lo tanto nerviosa) de improvisar vocalmente, mientras que la mayoría de las demás aves tienen un repertorio innato, por lo tanto heredado. Es extraño comprobar que nuestros parientes más cercanos, los monos antropoides, son totalmente incapaces de hablar o imitar sonidos vocales: un chimpancé que balbucea cinco palabras es un fenómeno; en cambio, se ha descubierto que el lenguaje pictográfico abstracto por medio de símbolos materiales les es acce­sible y pueden aprender varias decenas o centenares de pa­labras, y componer por imitación frases sencillas.