Los sapos de caña fueron introducidos hace unos 75 años desde el Nuevo Mundo para controlar las plagas australianas, pero desde entonces han causado estragos en los animales autóctonos que tratan de comérselos. Su veneno es capaz de matar a serpientes, lagartos, aves acuáticas —incluso cocodrilos y dingos.
El poderoso veneno es secretado por dos glándulas detrás de la cabeza de este anfibio.
Fuente: BBC news