Cuando un perro está hambriento, sucio y abandonado es presa fácil de las pulgas, que lo hacen sufrir aún más. Por eso a las personas a quienes suceden muchas desgracias al mismo tiempo se las compara con estos pobres perros.
Con este refrán, tan áspero y gráfico, se alude a otros muchos equivalentes que existen en el refranero. Es como si dijéramos lo de llover sobre mojado o que una desgracia nunca viene sola.
Al perro flaco y famélico, como si ésa no fuera ya suficiente desdicha para él, no le falta jamás la incómoda compañía de las pulgas que pretenden vivir a su costa, exasperándolo así todavía más.