El más temido de esta familia solía ser el reloj de la muerte, un pequeño insecto pardo que se alimenta de madera en descomposición. Suele comer la de las casas antiguas y al hacerlo golpea rítmicamente produciendo un ruido que, en la noche silenciosa, parece formidable.
En los tiempos en que los farmacéuticos almacenaban raíces y hojas secas para preparar sus medicinas, los coleópteros de las droguerías ocasionaban serios perjuicios al devorar sus medicamentos, y también sus cigarros. Las medicinas actuales se fabrican en laboratorios y son envasadas en vidrio. Por esta razón, el coleóptero de las droguerías se trasladó a las especierías, donde puede alimentarse de cualquier material seco que esté disponible.
En las bañeras suele hallarse un insecto que se parece a una pequeña araña roja, con cuerpo globular liso y brilloso o parcialmente cubierto de vello, con patas largas y delgadas. En realidad, es un coleóptero, una de las pocas especies de los ptínidos. El coleóptero ha caído en la bañera donde queda atrapado. No puede escalar las paredes lisas y carece de alas para volar. Sólo puede distinguirse en la bañera, ya que en cualquier otro lugar se confundiría completamente con el medio y sin duda no sería descubierto.