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Generalmente, los loros anidan en los huecos de los árboles, pero algunos utilizan los hoyos del terreno o las grietas de las rocas. Ciertos loros australianos cavan hoyos en los termiteros gigantes. La parte interior del nido no está guarnecida; en el mejor de los casos ponen los huevos sobre serrín de madera podrida o algún material parecido. Los huevos son casi esféricos, blancos y algo brillantes. La nidada varía de 2 a 3 en las especies mayores, y hasta 10 en las menores. Se conocen pocos detalles, excepto cuanto se refiere a los que viven en pajareras, y los últimos conocimientos provienen de los datos que se tienen de la especie gris africana. En ésta la puesta se verifica a intervalos de tres días, habiendo generalmente, en total, 4 huevos en cada nidada. La incubación, realizada sólo por la hembra, dura alrededor de un mes. El recién nacido es de color rosado y tiene el pico claro y las uñas débiles. El cuerpo se le cubre pronto de liviano plumón y el pico se vuelve negro después de unos días. La hembra cría a los polluelos especialmente durante la noche, por espacio de dos meses. Entretanto, el macho los alimenta por regurgitación. Cuando por vez primera se cubre de plumaje, el joven loro es como el adulto, con algunas diferencias: las plumas del cuerpo son de color gris más oscuro y de matices más apagados; las de la cola son de un rojo menos brillante, y los ojos son enteramente negros.