¿Cuándo aparecieron los primeros crustáceos?

Universo animal | crustáceos |  Los primeros crustáceos aparecieron en el mar hace unos 500 millones de años. La mayoría de los que todavía existen viven también en el mar. Este es un me­dio que requiere el mínimo de acomoda­ción del organismo, ya que la concentra­ción de sal, de oxígeno y la temperatu­ra son bastante constantes a lo largo del año. Todos los grupos de crustáceos están representados en el mar, desde las langostas y otros crustáceos superiores, hasta los crustáceos inferiores micros­cópicos, principalmente copépodos que, en enormes cantidades, forman una gran parte del plancton marino. Muy diferen­tes de los demás crustáceos son las be­llotas de mar, que pertenecen al grupo de los cirrípedos y permanecen durante su vida adulta fijas a una roca, dentro de una robusta concha que parece un volcán. A través de una abertura situada en la parte superior salen las patas, que están en constante movimiento para empujar cualquier cosa comestible hacia la abertura bucal.
  Los crustáceos de agua dulce tienen ma­yores problemas de acomodación (por ejemplo las variaciones de temperatura son mayores que en el mar). El cangrejo común, tan apreciado, ha desaparecido de muchas aguas debido principalmente a infecciones por moho. Una especie americana de esta familia ha demostra­do su resistencia a tales infecciones y se están repoblando con ella diversas zo­nas. Entre los pequeños crustáceos de agua dulce debemos prestar atención a las pulgas de agua y ostrácodos. Son muy frecuentes y, como aparecen en grandes cantidades, sirven de alimento a otros animales.
  La mayor capacidad de adaptación la tienen los crustáceos terrestres (isópodos y decápodos), que buscan los sitios húmedos en las hendiduras de las rocas, bajo las piedras, etc., para evitar que­darse secos. Muy importante es el can­grejo de los cocoteros, que trepa por el tronco de éstos y, según parece, come los cocos dañados, porque no puede romper los sanos. Tanto los cangrejos de los cocoteros como los isópodos res­piran aire.
  Entre los manjares más apreciados des­tacan los cangrejos de rio, las langostas y los cangrejos de mar, que cuando es­tán vivos son de un color apagado pero que, tras su cocción, se vuelven rojos. La gamba común tiene, en vivo, un bello color rojo, pero palidece al ser cocida.