Universo animal | insectos | longicornio | Las larvas del longicornio doméstico viven en troncos blandos y resinosos, constituyendo en Europa una verdadera plaga de la madera de construcción. El escarabajo adulto es gris negruzco, con dos marcas de color gris claro cruzando los élitros. Está cubierto de pelo exceptuadas dos zonas desnudas del tórax, que brillan y parecen ojos. La larva crece hasta alcanzar 2,5 cm de largo y, cuando hace calor, se oye perfectamente el ruido que producen sus mandíbulas al raspar la madera para alimentarse. Su dieta, seca y austera, hace que su crecimiento sea muy lento; pocas veces alcanza su total desarrollo antes de los tres años, y no es raro que viva diez. Se conoce el caso de una larva qué vivió durante treinta y dos años antes de que saliera de la madera convertida en escarabajo; éste es, probablemente, un caso único de longevidad entre los insectos.
Disfraz y mimetismo
Los colores y dibujos de los longicornios son extraordinariamente variados, y algunos de ellos muestran un cromatismo adaptativo asombrosamente perfecto. La gran especie africana Pterognatha gigas se posa a lo largo de una rama, con sus antenas tendidas hacia delante, y por su coloración jaspeada parece exactamente una porción de musgo. Quizá más extraordinario aún es el caso de los numerosos longicornios que han adoptado formas semejantes a las de otros insectos, desdeñados éstos por los depredadores a causa de su gusto desagradable o de su veneno. Se conocen muchos ejemplos de este tipo de mimetismo, especialmente en las zonas tropicales, pero existe en España una especie muy común, el longicornio avispa, cuyas franjas negras y amarillas y cortas antenas lo asemejan a una avispa.