En su lugar, y para defenderse de los ratones, tenían a la garduña domesticada.
Las relaciones entre este animal y el hombre son por tanto muy antiguas, pero a excepción de las garduñas domésticas, dichas relaciones siempre han sido de enemistad e incluso de guerra declarada. ¿Cómo podría ser de otro modo si la garduña es un feroz carnívoro, que lleva a cabo grandes estragos en los gallineros y establos? A diferencia de la marta, pariente cercana suya que habita en los bosques y destruye a los animalillos, salvajes, la garduña prefiere establecerse en el campo abierto, refugiándose en las ruinas abandonadas
o las viejas cabañas.
Es frecuente hallarla escondida en las cuadras, en los graneros o en los rimeros de leña situados junto a las casas.
Por la noche sale a visitar los gallineros, donde causa grandes destrozos, después de lo cual regresa a su escondrijo llevando en la boca un solo volátil. Así pues, la garduña, animal carnicero muy feroz, es odiada y perseguida con razón por los campesinos.