He aquí una pregunta a la que todavía no se ha podido dar una respuesta satisfactoria. La búsqueda de alimento y de un clima templado constituyen las principales causas que inducen a los pájaros a emigrar. Pero las migraciones poseen algunos aspectos extraños y misteriosos. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que el charrán ártico y algunas especies de gaviota pasen el verano en las tierras polares árticas y vayan después a invernar a la Antártida, recorriendo cada año entre ida y vuelta nada menos que 35.000 kilómetros, cuando les bastaría un viaje mucho más corto para encontrar tierras hospitalarias?
¿Por qué algunas aves prefieren alargar sus viajes en varios kilómetros para evitar obstáculos, mientras que otras afrontan sin temor los océanos o vuelan sobre las cumbres de las montañas, a más de 9.000 metros de altura? Que un pájaro nacido en nuestras latitudes intuya en determinado momento la llegada del mal tiempo, y comprenda la necesidad de ponerse a salvo en tierras más hospitalarias, es un hecho que no puede sino despertar admiración. Que, sin ninguna clase de guía, sepa sobrevolar mares y montañas, y llegar hasta las tierras templadas del sur donde en años anteriores invernaron sus progenitores, resulta todavía más sorprendente. Y que, al final, sepa no sólo encontrar el camino de regreso, sino además identificar el mismo estanque, el mismo torrente o el mismo nido que lo vio nacer, constituye un fenómeno auténticamente prodigioso.
Es fácil, en estos casos, hablar de instinto. Pero, ¿cómo es posible que el simple instinto guíe al chorlito real en un viaje de 30.000 kilómetros, desde las regiones árticas a la Argentina y viceversa, a lo largo de un itinerario cuajado de dificultades? Y, además, ¿cómo se las ingenian para orientarse los pájaros que prefieren viajar en las noches oscuras y sin luna para evitar las asechanzas de sus enemigos? ¿Cómo encuentra el camino el petrel, que viaja preferentemente en los días de niebla? Se ha observado que los pájaros migratorios pueden modificar repentinamente su rumbo para evitar vientos contrarios o huracanes: siguiendo otro camino, saben llegar también a su lugar de invernada. A pesar de los profundos estudios de muchos investigadores, éstos y otros aspectos de las migraciones de las aves no han tenido aún respuesta.