Como hemos visto, el roedor más grande del mundo es buen nadador, aunque posee pocas de las adaptaciones necesarias para ello. Sus dedos poseen membranas sólo parcialmente, y su cuerpo no es hidrodinámico, aunque como el hipopótamo, de similar constitución maciza, es un nadador nato y gracioso. El secreto reside en que, volumen por volumen, es sólo ligeramente más pesado que el agua, debido a su grasa almacenada. Con un cuerpo rechoncho lleno de tejido graso para equilibrar el peso del esqueleto óseo, como ocurre en el carpincho, sólo se necesita una pequeña fuerza ejercida con las patas para proporcionarle la gracia de una bailarina bajo el agua. Por sorprendente que ello parezca, ésta es una acertada descripción, tanto del capibara como del hipopótamo cuando están sumergidos. Su pesado andar en tierra desmiente la elegancia de sus movimientos subacuáticos.
El capibara, un roedor semiacuático
Como hemos visto, el roedor más grande del mundo es buen nadador, aunque posee pocas de las adaptaciones necesarias para ello. Sus dedos poseen membranas sólo parcialmente, y su cuerpo no es hidrodinámico, aunque como el hipopótamo, de similar constitución maciza, es un nadador nato y gracioso. El secreto reside en que, volumen por volumen, es sólo ligeramente más pesado que el agua, debido a su grasa almacenada. Con un cuerpo rechoncho lleno de tejido graso para equilibrar el peso del esqueleto óseo, como ocurre en el carpincho, sólo se necesita una pequeña fuerza ejercida con las patas para proporcionarle la gracia de una bailarina bajo el agua. Por sorprendente que ello parezca, ésta es una acertada descripción, tanto del capibara como del hipopótamo cuando están sumergidos. Su pesado andar en tierra desmiente la elegancia de sus movimientos subacuáticos.