El presidente Calvin Coolidge tenía un mapache en la Casa Blanca. Teddy Roosevelt tenía un tejón.
Herbert Hoover tenía un sapo con cuernos. Woodrow Wilson tenía un carnero llamado Old Ike al que los visitantes daban tabaco de mascar, por lo que se convirtió en un adicto sin remedio.
El hijo de Abraham Lincoln, Tad, tenía un pavo como mascota, y Andrew Jackson tenía un loro tan mal hablado que el ave tuvo que ser retirada del funeral de Jackson.
Pero probablemente el animal más raro fue un caimán que John Quincy Adams mantenía en la Casa Blanca porque, según decía, le gustaba "el espectáculo de sus huéspedes que huían aterrorizados al ver el animal."