El cernícalo vulgar anida y reposa en los bosques, pero sale al campo abierto para cazar. Puede situar asimismo su residencia en las torres de los grandes edificios, en el corazón de las grandes ciudades, alimentándose entonces principalmente de gorriones domésticos y estorninos. Además de revolotear se posa a veces también en lo alto de la espesura, en los muros de los edificios o en los postes de telecomunicación, para poder disfrutar de una amplia perspectiva y caer súbitamente sobre su presa desde lo alto. Cuando permanece en las alturas, con su cabeza contra el viento y su cola abierta en abanico, desciende a veces planeando oblicuamente para ocupar de nuevo la posición estacionaria a otro nivel, o para caer a plomo hasta el suelo y elevarse otra vez sin detenerse. Cuando vuela en línea recta, alterna el planeo con algunos aleteos rápidos. Su llamada es un estentóreo "quii-quii-quii".
Se alimenta de ratones domésticos y campestres, pequeñas aves, insectos y lombrices de tierra, lo que es típico de todos los cernícalos, salvo de las dos grandes especies africanas. Los insectos que captura son principalmente grandes escarabajos, polillas y saltamontes. La proporción en que unos y otros entran en su dieta depende en gran medida de la estación y de la abundancia local. No es raro, por ejemplo. que un cernícalo se pase una hora aleteando sobre un campo y dejándose caer a tierra de vez en cuando sin comer otra cosa que mariposas y polillas. En otra ocasión bien podría observarse cómo cae el cernícalo una y otra vez sobre la tierra sin atrapar en cada viaje más que una miserable lombriz. Estos falcónidos se alimentan también de carroña, restos de grandes aves, por ejemplo, y se ha visto a cernícalos, tanto europeos como americanos, cogiendo pedazos de carne y pan que los ornitófilos colocan en algunos lugares en beneficio de los pájaros. No es extraño, tampoco, que hurten la comida de otras aves: en una ocasión se vio cómo un cernícalo se lanzaba raudo hacia un búho que había capturado un ratón campestre.
Embiste al intruso
La reacción defensiva de los jóvenes cernícalos consiste en echarse sobre el dorso mostrando las dos series de garras al intruso. Si la amenaza proviene de una mano humana, las garras se cierran fuertemente sobre ella y la picotean. Tal actitud (común a otras aves de presa, incluidos los búhos) basta para alejar a la mayoría de depredadores. Las muertes ocurren accidentalmente; como en el caso de aquel cernícalo que se lanzó en pos de un ratón de campo coincidiendo desafortunadamente en su acción con una comadreja, que le dio muerte. Por lo general, cuando un cernícalo apresa con sus garras a una comadreja, el resultado suele serle inesperadamente fatal.