El petrel de Wilson (Oceanites oceanicus) anida en los archipiélagos de la Antartica, y en el invierno austral se lo encuentra en el Pacífico y en el Atlántico. Se ha podido comprobar si regresa a los mismos sitios para nidificar. Tan viajera como este pequeño petrel es la golondrina de mar ártica (Sterna paradisaea), que anida en el hemisferio norte y pasa el invierno en mares australes. Se la ha encontrado hasta en el Mar de Weddell.
No se ha encontrado todavía una explicación satisfactoria para las grandes migraciones estacionales relacionadas con la nidificación. Este fenómeno constituye, en sí, uno de los más misteriosos problemas científicos. Hay numerosas teorías acerca de él, pero ninguna lo explica completamente. Se ha llegado a pensar que estos viajes pueden tener su origen en hábitos ancestrales, derivados de épocas geológicas ya pasadas, en las que los climas eran distintos a los actuales. Se ha podido comprobar por medio de autopsias que el vuelo de regreso a los sitios de anidación se produce cuando las gónadas (glándulas sexuales) entran en actividad. En ejemplares que se quedan en el hemisferio sur en el invierno se ha constatado que las gónadas no habían entrado en actividad.
Las migraciones han servido a veces a los marinos para orientarse en el océano. Así, se ha dicho que cuando Cristóbal Colón se aproximaba a América, encontró una gran bandada de aves terrestres que volaban con rumbo al suroeste. Para él, fue éste el primer indicio de la cercanía de tierra, y al cambiar de rumbo para seguir el que señalaban las aves, llegó a las Islas Bahamas, y no a Florida.