El perro en la antigüedad

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En el antiguo Egipto el perro era considerado un animal sa­grado. Cuando en una casa moría un perro, por enfermedad o por vejez, sus amos se rapaban en señal de luto.
Los antiguos romanos los hacían combatir, en los circos, contra tigres y leones. En esas luchas empleaban, preferentemente, los robustos perros molosos, así llamados porque procedían de Molosia, una región del Épiro (actual Albania). Los perros guardianes eran utilizados en la vigilancia de los templos y principales edi­ficios públicos. Hacia el final del período republicano (siglo I a. de J. C.) los patricios más acaudalados de Roma competían en poseer los perros de lujo más valiosos. Los más buscados eran los de raza maltesa, de pelo largo y finísimo que cubre el hocico.
Ciro, el poderoso rey de Persia, hizo adiestrar perros para la guerra. Se dice que la victoria que obtuvo contra los habitantes de Lidia (antigua región del Asia Menor) en el siglo VI a. de J. C., fue debida en parte al gran número de perros molosos que empleó durante el combate.
Actualmente, algunas razas (perros pastores, perros lobos, pe­rros guardianes, etc.) se emplean en la guerra para llevar órdenes a las primeras líneas, buscar prisioneros fugados, tirar de carritos donde yacen heridos, y advertir la presencia de enemigos.