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ES difícil imaginar que el perro, ese animal que más que ningún otro es adicto al hombre, haya sido feroz en sus orígenes. Sin embargo, es así. Igual que el lobo y el chacal, a los que se parece en forma sorprendente, el perro no sólo daba caza a los otros animales, sino que también atacaba al hombre. Pero esto sucedía en tiempos muy remotos, puesto que, ya en la Edad de Piedra, el perro estaba domesticado. Desde entonces supo mantener el primer puesto entre los animales de que el hombre se sirve en su vida cotidiana.
Debido a su facilidad de adaptación a los climas más diversos, el perro es el único animal doméstico que puede seguir al hombre a donde sea: desde los hielos polares hasta las zonas tórridas del ecuador. Pero no consiste sólo en esto la supremacía del perro sobre los otros animales domésticos. Además del número extraordinario de servicios que presta, el perro es el único animal que se apega fuertemente al hombre y lo sirve con devoción y fidelidad absolutas. Y muchos perros llegan aún más lejos: se encariñan a tal punto con su amo, que no titubean en acudir en su ayuda si lo ven en peligro. En efecto, son muchos los casos de perros que han muerto para salvar a su dueño. No es, pues, una exageración considerar al perro el más fiel amigo del hombre.
