Características de los escarabajos

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   Un coleóptero puede tener el tamaño de una cabeza de alfiler o alcanzar el del puño de un hombre; ser de color opaco o centellear como una joya preciosa; tener formas delicadas y graciosas o semejantes a las de la hormiga.
   Al igual que todos los insectos, es un animal invertebrado. Sus vísceras y músculos están protegidos por una cubierta articulada y seg­mentada de un material duro llamado quitina. Su cuerpo está dividido en tres partes: cabeza, tórax y abdomen. En la cabeza se encuentran los ojos, las antenas y las piezas bucales, que son muy complicadas. El tórax, o sección me­dia, sostiene las seis patas y dos pares de alas, y dentro de él se encuentran algunos de los órganos digestivos. El abdomen está constitui­do por nueve o diez segmentos anulares de quitina, enlazados por tejidos menos quitinizados. Contiene los órganos respiratorios, diges­tivos y reproductores. Los órganos estriduladores, que producen sonidos, se hallan sobre el ab­domen, pero no todos los coleópteros los poseen. Los coleópteros, sin excepción, tienen un par de antenas articuladas que usualmente sobre­salen ante los ojos. Éstas pueden ser tan cortas que resultan difíciles de ver, como sucede en los antrenos y las vaquitas de San Antón (mariquitas), o tener dos o tres veces el largo del cuerpo del insecto, como en los taladros longicornios de la madera. En un microscopio de pocos aumen­tos, las antenas muestran una asombrosa varie­dad de formas: sugerirán un pincel, una pluma, una hilera de cuentas, un peine o una clava.
   La estructura más notable de estos insectos, y que prácticamente los distingue de todos los demás, es el par de alas anteriores, llamadas élitros. No se parecen en nada a las comunes. Son duras, tienen forma de caparazón y sirven de cubierta al segundo par de alas internas, y al abdomen. Las alas inferiores son delgadas y membranosas y cuando no se usan están re­plegadas bajo los élitros. Éstos son de poca ayuda para volar.
   Todos los coleópteros tienen élitros o indi­cios de tales. El nombre de "coleópteros", que significa "de alas envainadas", se origina en esta disposición de las alas. Los únicos otros insectos que poseen cubiertas para sus alas son las tijeretas o forfículas, ciertos saltamontes y algunos homópteros. Sin embargo, sus cubier­tas no son tan firmes y no tienen forma de caparazón como las de los coleópteros.
   El tórax de un coleóptero está compuesto por tres segmentos, cada uno de los cuales sostiene un par de patas. Los élitros están fija­dos a la parte superior del segmento medio, cubriendo asimismo el posterior, y parcialmen­te, o a menudo totalmente, el abdomen. La parte superior de la sección torácica anterior -el protórax- es tan dura como los élitros y también tiene forma de caparazón. En algunas especies encaja tan exactamente con los élitros que, cuando el coleóptero está descansando, el dorso parece de una sola pieza.
Durante su vida, pasa por cuatro etapas. Primero es un huevo, del que sale una larva con forma de gusano. Ésta come vorazmente; es la única etapa en que aumenta de tamaño. (Los coleópteros pequeños no son nunca los hijuelos de los coleópteros grandes: siempre son de una especie distinta.)
   Cuando la larva es demasiado grande para su piel, se desprende de ella. Generalmente muda de piel cinco o seis veces antes de llegar al total desarrollo. Habiendo comido todo lo que necesita, la larva busca un lugar seguro para descansar. Suele guarecerse en las plantas o árboles donde ha estado alimentándose. En ciertos casos horada la tierra, donde construye una pequeña celda. Algunas larvas, que se ali­mentan de hojas, hilan capullos.
   Una vez que la larva está segura en su refu­gio se convierte en ninfa, no se alimenta y permanece inmóvil mientras se producen gran­des cambios en su cuerpo. Este período puede durar sólo tres o cuatro días, como en las mariquitas, siempre que la humedad y la temperatura sean las correctas; o todo el invierno, como en los coleópteros que se trasforman en ninfas en los meses de otoño. Fi­nalmente, el adulto sale de la cubierta ninfal. Por lo común, los coleópteros viven solamente de dos a seis meses. Sin embargo, algunos que horadan madera tienen un ciclo vital de va­rios años.
   Los coleópteros de tierra o cárabos se en­cuentran en todo el mundo, exceptuando las zonas septentrionales o meridionales extremas. Unas pocas especies habitan en lagunas y co­rrientes de agua dulce, pero ninguna en océa­nos o mares.