Porifera (esponja de mar)

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Suponemos que no habrá nadie entre los lectores que no haya visto una esponja. No la multicolor que hoy se emplea en el baño o en la cocina, y que es fabricada con materiales sintéticos, sino la esponja natural que era de uso común hasta hace pocos años, de color obscuro y de forma irregular. Todos la conocemos: pero si nos preguntaran si es un pro­ducto animal o vegetal, ¿sabríamos dar en seguida una respuesta exacta?

Al principio de la escala animal
No es de extrañar que se suscite la duda. Muchos estudiosos se han dejado engañar por su aspecto. Para Aristóteles, las esponjas eran una forma inter­media entre los animales y las plantas. Los naturalistas del Renacimiento deci­dieron considerarlas vegetales. Hasta Linneo, a quien se debe la primera clasi­ficación científica de los animales y de los vegetales, estuvo mucho tiempo en la incertidumbre ante el problema. Sólo en el siglo XIX (año 1857) se estable­ció, con certeza, que las esponjas pertenecen al reino animal, si bien en el penúltimo escalón, aventajando solamente a los animales unicelulares es decir, aquellos cuyo cuerpo está formado por una sola célula).
Las esponjas pueblan el mar desde hace millones y millones de años. Entre los más antiguos restos fósiles conocidos (era paleozoica: de 600 a 230 mi­llones de años atrás) se encuentran partes del esqueleto silíceo de las esponjas.

¿Cómo son las esponjas de mar?
Las esponjas son animales acuáticos desprovistos de órga­nos y de aparatos fácilmente identificables. Sin embargo, las células que por millones componen el cuerpo de una esponja, se han "organizado" y distribuido el trabajo. Naturalmente, cada una ha adquirido los "caracteres" adecuados para desempeñar la labor que le corresponde; en suma, se ha vuelto un "obrero especializado". Una se ocupa de apresar el alimento, otra de digerirlo, otra de expeler los residuos, etcé­tera, constituyendo, en su conjunto, una colonia cuyos inte­grantes tienen establecida una cuidadosa división del trabajo.

¿Cómo vive una esponja de mar?
El cuerpo de una de las esponjas más sim­ples puede ser compa­rado, por su forma, con un ánfora. La abertura, en la parte superior, es más bien pequeña y se llama "ósculo". Contra­riamente a lo que po­dríamos suponer, el ósculo no es la boca, si­no la abertura por la que descarga el agua, de la cual ya han sido extraídas las sustancias útiles a la vida animal.
Las paredes del ánfora, muy espesas, se hallan atravesadas por millones de canalillos que desembocan en la superficie mediante poros (de ahí el nombre de "poríferos" dado a las esponjas). Éstos son las "bocas" de la esponja. A lo largo de los canalillos hay ensanchamientos cuyas paredes se hallan revestidas de células provistas de pestañas (coanocitos). Son estas pestañas vibrátiles las que, agitándose, atraen el agua del exte­rior y la hacen fluir a lo largo de los canalillos hacia el interior del ánfora. Durante el recorrido que hace en estos delgadísimos canales, el agua cede a las células digestivas las sustancias nutritivas que contiene y el oxígeno necesario para la respiración. Toda el agua absorbida a través de las paredes fluye así a la cavidad central del ánfora; y como se renueva continuamente, la que ya ha sido empleada está obligada a salir por la abertura mayor, el ósculo.

Las esponjas que conocemos
Al leer la descripción precedente, el lector ha­brá tal vez tratado de "aplicarla" a las espon­jas que se expenden en el comercio, y lógica­mente se encontrará de­sorientado. Pero, vamos a aclarar las ideas. Las esponjas comunes tie­nen una estructura mu­cho más complicada: podemos imaginarlas como un "racimo" de
numerosas pequeñas ánforas; es decir, de numerosas esponjas simples. No hay, pues, una sola gran cavidad central, sino muchas cavidades, que a menudo comu­nican entre sí. En consecuencia, son numerosos, también, los ósculos que se abren a la superficie; podemos verlos, pues son, precisamente, los que llamamos "aguje­ros" de la esponja. Cuando la sumergimos en el agua, ésta entra por los ósculos y satura la esponja; cuando la estrujamos, el agua sale siempre por ellos.
¿Y los poros a través de los cuales el agua penetraba cuando la esponja estaba viva? En este punto hay que hacer una importante aclaración. Lo que nosotros usamos y llamamos "esponja" no es, en realidad, sino el esqueleto flexible del ani­mal, formado por fibras de la espongina, que es una sustancia orgánica química­mente similar a las fibras conectivas de la piel humana. La parte blanda de la esponja, formada por las células vivas, ha sido quitada inmediatamente después de la pesca. Era una masa viscosa y negruzca que en poco tiempo habría comen­zado a pudrirse.
En esa forma, también han desaparecido los millones de pequeñísimos poros (visibles sólo con microscopio), a través de los cuales el agua era absorbida.