Experimentos para mejorar razas de animales y vegetales

Universo animal | miscelánea | Desde tiempos inmemoriales el hombre ha intentado la mejora de los vegetales cultivados y de los animales domésticos. La manera más sencilla de lograrlo era cruzar los individuos que demostrasen poseer las mejores características. Pero no siempre se obtuvieron los resultados deseados, ya que no se heredan los ras­gos en sí, sino la predisposición para ellos. Hoy, los centros modernos de experimentación sobre fitotecnia y zoo­tecnia, para conocer el genotipo de los organismos, estudian primero la des­cendencia. Si una planta da una des­cendencia que posee, invariablemente, las características deseadas, se dice que es "homocigótica", o sea, que los dos genes —uno en cada cromosoma de una pareja— que afectan a una cuali­dad son iguales. Por tanto, esta planta puede ser escogida para la reproducción. En cambio, una planta "heterocigótica" no es aconsejable, ya que contiene dos genes diferentes para el carácter en cuestión, y éstos darían, en la descen­dencia, variaciones. La planta homocigó­tica se autofecunda, para que se produz­ca una descendencia uniforme, es de­cir, una raza pura. Se intenta también unir, por medio de cruzamientos, plantas con disposiciones apropiadas. Ade­más, mediante un tratamiento con ca­lor, frío o productos químicos, se puede duplicar o multiplicar el número de cromosomas de las plantas y, de esta manera, obtener otras más grandes y fuertes. Por medio de la irradiación se provocan también mutaciones, para que se produzcan nuevos genes inte­resantes. Con estos métodos se ha logrado mejorar los cereales, tubércu­los, frutales, etc., y se han obtenido ra­zas de mejor rendimiento, resistencia a enfermedades y otras cualidades. En los animales es más difícil realizar mejo­ras, ya que su descendencia es menos numerosa y tarda en alcanzar la ma­durez sexual. Los mejores resultados se obtienen con cerdos y gallinas, que se reproducen a edad bastante tempra­na. Con ellos se utilizan, en general, los mismos métodos que con las plan­tas. Se seleccionan los mejores ejem­plares, y se cruzan. Cuando se ha con­seguido una raza relativamente pura, en algunos aspectos, se procede a cru­ces consanguíneos, es decir, entre her­manos, y entre padres e hijos. De esta manera aumenta la posibilidad de obte­ner homocigóticos y, por tanto, de producir muchos ejemplares semejan­tes. Pero, al mismo tiempo, el cruce consanguíneo puede resultar peligro­so, ya que, si se acumulan los genes per­judiciales, producen deformaciones, e incluso ocasionan la muerte.