¿Cuál fue el antepasa­do de los dinosaurios carní­voros?



     Cuando aparecieron los reptiles, la vida hervía intensamente sobre la Tierra, al tiempo que la gran fragua de la evolución iba dando lugar a formas cada vez más distintas de animales. Cada nuevo reptil puede ser considerado como un nuevo ex­perimento de la naturaleza. Algunos de tales experimentos alcanzaban el éxito, en cuyo caso la nueva es­pecie se desarrollaba, se multiplicaba y se perpetuaba. Otros falla­ban, y entonces los nuevos anima­les, poco aptos para afrontar las asechanzas del ambiente, sucum­bían ante los más fuertes y se ex­tinguía su especie. Uno de los ex­perimentos mejor logrados de la na­turaleza, a comienzos de la era Mesozoica, fue sin lugar a dudas el Saltoposuchus. Se trataba de un pe­queño reptil de apenas diez centí­metros de longitud, pero dotado de una enorme vitalidad. Había adqui­rido, además, la capacidad de sos­tenerse y caminar sobre las patas posteriores, que eran muy muscu­losas y ágiles. Podía, por tanto, uti­lizar las patas anteriores para aga­rrar a las presas. Gracias a esta característica, y a pesar de sus reducidas dimensio­nes, el Saltoposuchus no vacilaba en atacar a presas de gran tamaño. De este animal derivaron en muy poco tiempo todos los dinosaurios.