Las palomas ponen casi siempre dos huevos. Las puestas comprenden un mínimo de tres y un máximo de diez por año, según la raza. La tarea de empollar es dividida entre ambos genitores: comúnmente, el macho empolla de noche, la hembra de día. A veces sucede que uno de los dos permanece demasiado tiempo fuera del nido; entonces el "cónyuge" va en busca del compañero y parece invitarlo a tomar su sitio. Si se niega, lo obliga a picotazos y aletazos.
Después de 17 ó 18 días de incubación, los pichones rompen la cáscara del huevo y salen de la estrecha prisión. Generalmente son macho y hembra, y nacen ciegos y cubiertos solamente por un suave plumón amarillento. Durante muchos días son mantenidos al abrigo del frió bajo las plumas de sus padres, que les prodigan solícitos cuidados. Al principio son alimentados con una especie de papilla láctea que se forma en el buche de los padres (leche de palomo) y que les vierten directamente en la garganta. Después de los primeros ocho días, a esa papilla se mezcla algún grano semidigerido y ablandado. Poco a poco los pequeños son acostumbrados a ingerir las semillas enteras.
Bien pronto los polluelos engordan y se cubren de plumas. Al mes comienzan a efectuar pequeños vuelos y a seguir a sus padres.