EL AVANCE DE LA CIVILIZACIÓN ha hecho disminuir progresivamente las zonas forestales y, por consiguiente, el aumento demográfico va despojando y reduciendo desde hace muchos siglos los umbrosos bosques montañosos del continente europeo. Antaño, aun antes del arribo del hombre, dichos bosques Servían de morada a osos, lobos, jabalíes e infinidad de otros animales llegados del Asia en tiempos muy remotos.
Actualmente, todos estos ejemplares zoológicos pueden considerarse prácticamente en vías de una total desaparición, salvo en las zonas todavía inaccesibles por su difícil topografía, aún no aprovechadas para actividades agropecuarias o similares.
Sus ultimas guaridas no son las áridas y nevadas alturas alpinas, donde virtualmente no existen posibilidades de alimentación y defensa, sino aquellos montes de Europa (Pirineos, Apeninos, Vosgos, Ardennes, Carpatos, las montañas de la península balcánica) donde —tanto los carnívoros como los herbívoros— encuentran facilidades para su nutrición y refugios relativamente seguros.
Ante la creciente amenaza de extinción, algunos Esta-dos europeos, entre otros Italia, Suiza y Polonia, han con-vertido grandes areas en Parques y Reservas Nacionales, inspirándose en el ejemplo del famoso Parque Nacional de Kruger, en África, donde representantes de la fauna autóctona viven al amparo de una libertad a prueba de bala, cepo y otras artimañas inventadas por su enemigo implacable: el hombre.