He aquí una anécdota que demuestra la notable agudeza visual del cernícalo: una de estas aves que aleteaba sobre un campo dejóse caer súbitamente hacia la derecha para picar raudo sobre la copa de un roble, que se alzaba a unos 180 m. Un observador situado a distancia similar del árbol no alcanzó a ver a simple vista qué podía haberle llamado la atención al cernícalo hasta que mediante unos prismáticos, descubrió que el cernícalo había atrapado con su pico una pequeña mariposa blanca.