Los animales de los Alpes viven en un ambiente particular, caracterizado por un clima muy riguroso. Las diferentes especies alpinas se peculiarizan por una serie de rasgos que indican la adaptación a un medio que, sobre todo en las grandes alturas, se manifiesta inclemente, con inviernos muy prolongados y fríos, con temporadas estivales muy breves y poco calurosas. El presente examen de los animales que integran la fauna alpina se refiere, sobre todo, a la fauna de la región de las altitudes superiores. En efecto, los animales de las regiones inferiores de los Alpes son las mismas especies habituales en las distintas zonas del centro y norte de Europa. Para la determinación de las regiones específicamente alpinas, desde el punto de vista de la fauna y la flora, los naturalistas han establecido cuatro zonas, tomando como referencia la altitud; la primera zona comprende hasta 790 metros de altura; la segunda, entre 790 y 1.270; la tercera, entre 7.270 y 2.220, y la cuarta y última, entre 2.220 y 4.430 metros.
El riguroso clima imperante ha determinado que en las especies alpinas de las regiones más elevadas se manifiesten formas de adaptación que, en general, se ajustan a los siguientes lineamientos:
1°) Muchos de ellos tienen reposo o letargo invernal; es un sueño más o menos prolongado y profundo ("diapausa").
2°) Los mamíferos y los pájaros, en general, cambian de piel o plumaje (muda) ya sea para mimetizarse o para resistir mejor el frío.
3°) Es frecuente el color oscuro en pieles y plumajes; ese matiz protege mejor contra el frío.
4°) Muchos insectos alpinos han perdido las alas (meoterismo) para no consumir energías en el vuelo.
5°) Muchos animales ovíparos (que se reproducen por medio de huevos) se han convertido en vivíparos, o sea que nacen desarrollados. La viviparidad requiere un menor desgaste de energías.