No fue mucho después de su descubrimiento que los científicos se interesaron por los restos de mamuts. Pero el transporte y movilización de estas enormes masas presentaba, y aún presenta, graves problemas. Por eso sólo cuatro esqueletos han podido ser llevados, y expuestos, a Europa. Uno de ellos se encuentra en el Museo de Historia Natural de París. Su gran tamaño, el aspecto del cráneo, la presencia de largos colmillos (hasta 5 m), el número y crecimiento de sus dientes, podrían coincidir con los mismos caracteres del elefante actual, particularmente el asiático; sin embargo, para los especialistas existen algunos detalles en los dientes y huesos del cráneo que permiten diferenciarlos.
Los mamuts son ubicados, junto con los elefantes actuales, dentro de la misma familia: Bephantidae. Algunos problemas de parentesco con el elefante actual no han sido aún aclarados. El mamut se extendió por toda la Europa continental, desde Escandinavia hasta el sur de la Península Italiana. También ocupó el sur de Asia y América, penetrando a este último continente a través del Estrecho de Behring cuando estuvo congelado. Algunos restos fósiles encontrados en Siberia han permitido reconstruir por completo al animal, y analizar el contenido de su estómago, lo cual ha facilitado el conocimiento de su régimen alimenticio, así como también el tipo de vegetación que existía en su tiempo: abedules, sauces enanos, y gramíneas (que corresponderían a la tundra y estepa actuales). El clima debió haber sido menos riguroso que en la actualidad, y sin duda los mamuts emigraban en el verano hacia el norte, como lo hacen hoy los renos.
Es al final de la última glaciación (hace aproximadamente 10 000 años) que los mamuts desaparecieron. Las pinturas rupestres, como las de las grutas de la Madeleine en Francia, atestiguan que el hombre y el mamut fueron contemporáneos.