El abdomen de la abeja se halla unido al tórax por una "cintura" bastante delgada. Las hembras tienen al final del abdomen un órgano llamado oviscapto, que sirve como ponedor de huevos y también como arma; con él puede infligir una picadura dolorosa. En el caso de las abejas meleras obreras, el oviscapto o aguijón tiene pequeñas púas dirigidas hacia atrás. Si la obrera pica a un enemigo, el aguijón generalmente queda en el cuerpo de la víctima, y la abeja muere. Pero el oviscapto de la reina es liso y ella puede picar a sus enemigos repetidamente sin sufrir daño alguno.
Las abejas almacenan polen y miel en sus nidos para proporcionar alimento a las crías. Recogen el polen con los pelos de las patas y el cuerpo, y también con órganos especializados llamados cepillos, que se hallan en las patas traseras y, a veces, en el abdomen de las hembras.
Luego de recogido el polen, se lo quitan de cabeza y patas, lo mojan con rocío u otro tipo de humedad, lo mezclan con miel en la boca y forman minúsculas bolitas, que introducen entonces en los llamados cestillos de polen, receptáculos hechos con pelos largos y tiesos de las patas traseras, y capaces de contener una cantidad considerable de bolitas.
La miel es un producto derivado del néctar, líquido dulce que secretan las glándulas de los pétalos de ciertas flores. La abeja sorbe el néctar y lo traga. La sustancia se trasforma en miel en su buche o bolsa de miel y luego es regurgitado. La miel se compone principalmente de azúcares de levulosa y dextrosa y de agua. También contiene dextrinas, gomas, vitaminas, enzimas, granos de polen y diversos minerales.
Las abejas recogen además una sustancia pegajosa llamada propoleo, derivada de las secreciones resinosas de varios árboles, y la usan como cemento en la construcción de sus colmenas.