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Es curioso ver que en algunos viejos diccionarios existiera la definición de "avecilla nocturna" para el murciélago, cuando la única afinidad entre él y los pájaros es sólo su común cualidad de ser voladores. Claro es que, por sus consecuencias, importa más que esta falla de interpretación sistemática, el error de su pretendida condición maligna, que es una supersticiosa creencia popular, abonada por la vida nocturna y furtiva del murciélago, y por el aspecto nada atrayente que lo caracteriza.
Para el vulgo, que desde tiempos muy remotos lo asocia con demonios, brujas y duendes, el "murciélago evoca tenebrosas imágenes, y hasta su nombre encarna un erróneo concepto ("muris", ratón, y "caecus", ciego, ratón ciego). Los franceses lo llaman ratón pelado, "chauve-souris" y los valencianos "rat penat".
Para el naturalista, el murciélago es un mamífero volador, crepuscular o nocturno, de interesantes hábitos, cuyas numerosas especies (más de dos mil) están diseminadas en toda la zona tropical y templada del mundo (llegan hasta los 60° de latitud).
La casi totalidad de ellos se alimenta de insectos; algunos, de peces, o de frutas; otros de néctar y polen de las flores, y contadísimas especies son hematófagas (del griego "haimatos", sangre, y "phagomai", comer).
Entre éstas últimas especies (vampiros americanos), está el llamado mordedor, propio de la parte tropical de América, hasta el norte argentino, que transmite en el ganado la rabia paralizante, de terribles efectos.
