El tiburón va acompañado casi siempre por ciertos pececillos. Esos minúsculos amigos evolucionan tranquilamente y sin riesgo alrededor de la temible mandíbula de su escualo preferido. Pero los llamados peces piloto no desempeñan el papel de guías. Por el contrario, se conforman con seguir al tiburón y aprovechar los restos de comida que éste deja escapar al cuartear y engullir a su presa. El más hábil de ellos, la remora, consigue incluso fijarse en el tiburón con ayuda de una ventosa que posee en su cabeza; de esta forma viaja sin llevar a cabo el menor esfuerzo. Es curioso observar que cuando los peces piloto se distancian de su "protector" son devorados inmediatamente por los otros escualos.
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