La tuza de la pradera produce grandes daños en las fértiles llanuras y en los terrenos de cultivo de América Central y del Norte. Tiene aproximadamente la longitud de una rata grande y aun mayor, pero su cuerpo es mucho más grueso y robusto; a uno y otro lado de la boca, tiene, en la piel, unas bolsas o abazones en las que almacena sus alimentos. Las patas delanteras son muy robustas y están provistas de largas y poderosas uñas, muy bien acomodadas para cavar.
Con sus patas traseras, echa hacia atrás la tierra, a veces, a una distancia de 10 a 25 centímetros. Cuando de esta manera ha acumulado un pequeño montón, el roedor se vuelve, y poniendo ante su hocico sus patas anteriores, empuja la tierra hasta hacerla salir por una de las entradas de su madriguera. Así, levanta pequeños montoncitos.
Sus dientes trabajan tan activamente como en los demás roedores, pero con singular velocidad, ya que las tuzas pueden mover sus mandíbulas hasta 200 veces por minuto, de un modo no interrumpido. Sus molares se hallan dispuestos de tal forma, que en cada golpe que la quijada da hacia adelante hace 38 cortes distintos y 28 al cortar hacia atrás. Multiplicando estos números por 200, nos damos cuenta de que el roedor puede dar a su alimento hasta cerca de 13 000 cortes por minuto.
Para poder sostenerse durante el invierno, las tuzas cuentan con verdaderos almacenes, en los cuales, acumulan raíces y toda clase de alimentos, que transportan en sus bolsas laterales o abazones.
En el almacén de una tuza, se hallaron una vez 50 bulbos de flores del tigre o cacomites, reunidas durante el otoño anterior y trasladadas por el animal a lo largo de sus galerías hasta su depósito subterráneo. Estos roedores extienden sus galerías año tras año; en muchos casos, las excavadas por un solo animal durante el transcurso de un año miden una longitud total que oscila entre kilómetro y medio y dos kilómetros. Estas galerías tienen muchas vueltas y recodos, ya que el animal tiene que bordear las piedras y procura siempre evitar toda clase de escollos para seguir su trabajo en tierra más blanda.
La tuza es muy abundante en México, donde se conocen muchas especies. En Yucatán, se le llamaba guantuza, y en Tabasco, se le aplicaba el nombre de tombijtz; en Centroamérica, es muy frecuente el nombre de taltuza. Hay otro animal que se llama tuza-real, que realmente es el agutí mexicano: se come en algunos lugares de México y parece ser un bocado exquisito.
El llamado gofer rayado, que se encuentra en Norteamérica, es en realidad una variedad de ardilla; pero no es menos perjudicial que la tuza. Los enemigos naturales de todos estos animales son la comadreja y las serpientes. Los labradores procuran también disminuir su número por medio de trampas y de venenos.
Los nombres científicos de las especies más conocidas son: Geomys bursarius y Gsomys fumosus. Las tuzas forman la numerosa familia de los geómidos. que consta de tres géneros y más de ochenta especies y subespecies, las cuales varían mucho unas de otras en tamaño y en color. Estos animales corresponden al orden de los roedores.