Hace unos sesenta y cinco millones de años se registró, con la desaparición de los dinosaurios, un considerable desarrollo de los mamíferos. De la familia primitiva, integrada predominantemente por pequeños roedores, derivaron numerosas ramas que dieron lugar a los carnívoros y a los herbívoros. Estos últimos se multiplicaron rápidamente, y en diez millones de años consiguieron alcanzar dimensiones considerables, superiores a las de las ovejas actuales.
Entre los más interesantes herbívoros se cuentan el Pantolambda, de 115 centímetros de longitud, y el Barylambda, que alcanzaba casi los tres metros. Ambos estaban provistos de cascos en las patas, como sus actuales descendientes. Favorecidos por la abundancia de alimentos y por el clima, los herbívoros llegaron a tener proporciones gigantescas. Buena prueba de ello son los restos fósiles del baluchiterio, que es indudablemente el mayor mamífero terrestre que jamás haya existido. Medía 5 metros y metros de altura y se apoyaba sobrecuatro enormes patas parecidas a columnas. Los primeros fósiles de este animal se descubrieron en el Beluchistán a principios del siglo XX. En los estratos de terreno que se formaron hará unos 50 millones de años son también muy numerosos los fósiles de los brontoterios, grupos de animales hervíboros de más de 4 metros de longitud.
Tras haber alcanzado dimensiones excepcionales, y oprimidos tal vez por su propio peso, estos mamíferos se fueron debilitando progresivamente hasta desaparecer.